lunes, 29 de octubre de 2012

La fuerza de la poesía en Madrid

Hace unos días tuve la suerte de participar en un acontecimiento único. Decenas y decenas de almas se reunieron en torno a la poesía, para disfrutar del libro colectivo Enésima hoja, publicado por mi amiga Alicia Arés en Cuadernos del Laberinto. Fuera hacía viento o frío o ruido, ya no recuerdo, quizás soledad. Dentro, las mujeres más valientes, autoras del libro, desenredaban sus sentimientos ante los demás. Y lo interesante es que todos disfrutamos de esa puesta en común. Como dicen por las noches de Madrid: frente a la crisis, poesía, ... y algo de eso tiene que haber.

Es difícil destacar entre tantas autoras. Unas cortaban con bisturí las veleidades del amor. Verónica B, en su poema titulado Tragedias cotidianas dice:

Fueron cayendo una a una
implacables
metálicas
estridentes
todas las promesas.

Al vuelo, apareció la poesía innovadora, que pensé ya no existía. Saray Pavón (Ay! Saray) habla de la pasión de forma experimental:

Podría empapelar la ciudad
con estas ganas. Ardo.

Y Sylvia Gallego experimenta con ese momento sublime que todos hemos sentido alguna vez:

Mi silencio
acaricia tu ternura.
Ya
no
estamos.

En el libro aparecen buenos poemas, pero también versos que valen por un libro. Ana Barbadillo Clabburn escribe “A veces el silencio dura cinco largos años”. Aparecen también las reivindicaciones de la mujer, ese deseo de independencia insatisfecho. María Antonia García de León cuenta viajes lejanos (nunca sabremos si imaginados) y se siente “Libre por reencontrarme fuerte en la soledad”.

Pero no solo está lo feminista, también la femineidad. Juana Vázquez, con quien he compartido algunos Diablos Azules, utiliza un lenguaje de ruptura para explicar sus vivencias:

Yo que vivo a saltos
tratando de borrar
las horas de bruma y tedio
a base de cigarrillos SMS o vinos.

Y Esther Bueno Palacios pregunta a cualquier mujer:

¿Eres tú la que está detrás
escondida en los gestos de siempre?

Pero el amor todo lo vence. Estos versos deliciosos de Vanesa Torres detienen el tiempo:

Volveré algún día, seguro,
cerca de tus manos vivas.
Deseando que nada hubiese pasado.
Fue la vida que no se paró entonces,
como hubiésemos querido.

Para terminar cerca de Virginia Cantó, quien demuestra una vez más la fuerza secreta de la poesía.

Ahora estás como recién llovido
y aunque sigas suspirando casi besos
me reposan los músculos del alma
cuando hablamos,
cuando me observas de espaldas
y se derrumba mi pirámide de huesos,
la que rige el tobillo con mi nuca
y tu lengua con mis manos.

El libro sigue reflejando el milagro de la poesía en Madrid y más allá con poetas navegantes de mares de interior. Como hemos dicho en otra ocasión, Madrid derrama poesía. Lo único que se echa en falta en el libro es la contribución personal de la editora, que ha hecho con buena mano la selección: pero ¿por qué no has regalado también tus poesías, Alicia?

4 comentarios:

  1. Señor Martin Ortega, permítame darle las gracias por esta reseña tan cuidada que nos ha querido hacer a mis compañeras y a mi.

    Es un placer leer su opinión sobre la poesía femenina de este tiempo.

    Un abrazo,

    Vanesa Torres

    ResponderEliminar
  2. Martin, me alegra que te haya gustado la presentación y la poesía que hay en Enésima Hoja. Sólo una cosa, en mi nombre te comiste la "y", es Saray ;) Un beso!

    ResponderEliminar
  3. Toda la razón. Participo en ENÉSIMA HOJA y ni siquiera sabía que Alicia escribiera poesía, aunque si sé de su buen hacer escribiendo prosa. La nota de la editora lo deja claro.

    Espero que pronto nos regale un libro.

    Gracias por la reseña.

    Ana Montojo

    ResponderEliminar
  4. Martín, gracias por tu siempre elengacia y exquisitez. Espero que pronto te subas al barco de Cuadernos del Laberinto.
    Alicia

    ResponderEliminar